Entramos al fondo de la laguna, estaba oscuro pero los peces y demás seres que había relucían en la oscuridad, de pronto, todo se quedó en silencio y empezamos a oir agua y después una música suave y un cuento, una historia que sucedió allí...
Juan, el protagonista de la historia, se quedó con aquella perla, fue un regalo muy valioso por saber como hay que observar la naturaleza y cómo hay que cuidarla.
Acabamos tumbados escuchando el sonido del agua y de los peces, ¡qué bien se estaba allí!